Breve Historia de la iglesia Parroquial de Nuestra Señora de las Mercedes

(corregida a 02/2017) Arzobispado de Buenos Aires.

 Breve Historia de la iglesia Parroquial de Nuestra Señora de las Mercedes (corregida a 02/2017) Arzobispado de Buenos Aires.


Corría el mes de febrero del año 1910 cuando el vecino de Lobería (provincia de Buenos Aires) don Adelki H. Angelaccio, y el Arzobispo de Buenos Aires, Mons. Mariano Antonio Espinosa, comparecieron ante escribano público. El primero, en representación de su padre don César Angelaccio, vendía, por poder exhibido, según condiciones expuestas en la nota que portaba, una fracción de la Manzana M que hace esquina entre Echeverría (en aquellos tiempos, Rivadavia) y Migueletes (antes, Cuarta). Es en esta extensión donde se levantaría nuestro actual templo parroquial.


La construcción de la actual iglesia fue posible por una donación de la Sra. Mercedes Castellanos de Anchorena y, en 1914, mientras la primera guerra mundial convulsionaba Europa, se inauguró el flamante templo.


El edifico del templo fue construido según los planos del Presbítero Ernesto Vespignani, oriundo de Lugo (Ravena), Italia. Este sacerdote, después de su perfeccionamiento en Turín, estudió y se graduó en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Buenos Aires. Su profesión lo llevó a realizar una labor muy amplia a lo largo y a lo ancho de gran parte de América, con obras y proyectos en Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, etcétera, e innumerables capillas y obras menores que ostentan su personalidad de hombre de fe y de acción.


Hoy en día apreciamos un ábside despojado, sin la decoración propia del románico. La mesa del altar está decorada con una panel de madera de roble con una imagen tallada a mano de Nuestro Señor Jesucristo bendiciendo, con –a cada lado– lápidas marmóreas labradas con las Tablas de la Ley de Moisés. La talla de madera integraba el primitivo púlpito.


El retablo del altar mayor es un conjunto marmóreo de estilo románico italiano delicadamente bello sin ser recargado. Su centro y culmen es la linterna donde se encuentra entronizada la hermosa imagen de Nuestra Señora. Debajo, en fina puerta de bronce, se aprecia el Sagrario. A la manera de la técnica de mosaico veneciano, pero en perfecta y hermosa imitación, se encuentran dos motivos por arriba y a los costados de la puerta de Sagrario: mirando de frente a la derecha, la crucifixión de Nuestro Señor, flanqueado por Nuestra Madre Dolorosa y San Juan. Puede verse una imagen femenina a los pies; tal vez, María Magdalena. En el lado izquierdo, se aprecia la presentación del Niño Jesús en el templo, compuesta por la Sagrada Familia, el anciano Simeón y la profetisa Ana. Con la misma técnica, tapadas por los sillones sede, se aprecian dos ángeles: el de la derecha, con motivo eucarístico; el de la izquierda, con estandarte glorioso y triunfador. 

La imagen de la Nuestra Señora de las Mercedes (Escultor Joseph Quixal, Barcelona, data de 1912) fue entronizada en el altar sosteniendo al Niño Jesús en su mano izquierda y en el brazo derecho las cadenas y grilletes rotos de los cautivos en manos de los moros, como signo del pedido de la Virgen por la redención de estos mismos bajo el yugo de árabes y sarracenos que asolaban en la antigüedad las costas del Mediterráneo. Esta imagen fue restaurada a nuevo en el 2014, año del Centenario. 

La iglesia está diseñada en esquema de peregrinación con altas columnas de granito rosado italiano de fuste liso y capitel de volutas en ángulo algo cercano al orden jónico, semejantes a las que se encuentran en la Basílica del Santísimo Sacramento. En los arcos impares, se instalaron arañas de bronce con tulipas de cristal, sostenidas por cadenas. Las ventanas del deresterio tienen vitrales ‘glisaires’ con fino dibujo y flanqueados por dos delgadas columnas, todos de origen francés.  

Las naves laterales siguen el ritmo de la arquería. No tienen altares hoy día, pero se sabe a ciencia cierta que sí los hubo. En correspondencia con las columnas, hay pilastras adosadas al muro y, en los antepaños, claraboyas circulares con vitrales. Los confesionarios originales están en la nave izquierda (entrando a la derecha). El bellísimo Vía Crucis es de cerámica policromada de procedencia europea. Hoy día, el todo se corona con un techo sin decoración (se sabe que sí la tuvo), pero con arbotantes sencillos. El coro, ubicado sobre el acceso principal, presenta un balaustre entrelazado. 

Entrando, a la derecha, se encuentra una talla de San Antonio, obra de Leo Mahlknecht, que ha sido –lamentablemente– pintada y oculta, así, la pureza de la veta de la madera. Siguiendo por esta nave, en dirección al retablo principal, hay una talla de san Juan María Vianney, el Santo Cura de Ars, también obra del mismo escultor. La talla distingue el sobrepelliz de la estola para resaltar sus matices y diferenciarlos de la sotana.  

Ingresando por la izquierda del acceso principal, en la nave lateral derecha, se observa un conjunto de imágenes de Calvario: el Crucificado, Nuestra Madre Doliente y San Juan Evangelista. Inmediatamente, se abre la entrada al campanario que, de planta cuadrada, se inauguró en 1939, en ocasión de las Bodas de Plata de la Parroquia, y con la presencia y bendición del Cardenal Arzobispo Santiago L. Copello. En el lugar donde se encuentra hoy el campanario tenía su sede el bautisterio de la iglesia, cuya pila bautismal podemos apreciar actualmente en el presbiterio del altar mayor.  

Admiramos una hermosa escultura en busto del Señor realizada sobre mármol de Carrara, procedente de Italia, por el eximio escultor Luis Trinchero también italiano radicado en Argentina a principios del siglo pasado. Según los datos del señor Jorge F. Sergi, Trinchero nació el 9 de junio de 1862 en Asqui, provincia de Alessandria, Italia, en la región del Piamonte, para con el correr de los años en 1877 presentar sus trabajos en Turín en un estudio de arte decorativo y seguir al mismo tiempo clases en la Academia Albertina, hasta que en 1882, se trasladó a Francia para especializarse en el arte cerámico.  

En la misma nave derecha, en homenaje a los 500 años de la Evangelización americana, se encuentra la cruz de la Nueva Evangelización. Fue entronizada en el año 1992. 

Así, en este marco, debemos remontarnos al siglo XIII, para recordar a Pedro Nolasco, posteriormente san Pedro Nolasco, comerciante poderoso de Barcelona, que tomando conciencia de esta realidad, se dedicó a proteger a los cautivos invirtiendo todo su capital. En el Monasterio de Montserrat, Nuestra Señora le pidió que fundara una Orden redentora de cautivos y esclavos. Corría el año 1218… junto con san Raimundo de Peñafort y el rey Jaime I, el Conquistador de Cataluña, puso en su hábito el escudo de guerra real de Cataluña con el ruego de que la Virgen hiciera “la merced” –la misericordia- de ejercer su protección sobre esos desvalidos. Después de varias campañas de conquista, Jaime murió en Barcelona en 1249, quedando la Orden de la Merced fundada con su carácter religioso-militar, asentando su espiritualidad en Jesús el liberador de la humanidad y en la Santísima Virgen, la Madre Liberadora e ideal de la persona libre. El culto a Nuestra Señora de la Merced o de las Mercedes,  se extendió muy pronto por Cataluña y por toda España, por Francia y por Italia, a partir del siglo XIII.  

La Virgen de las Mercedes es Patrona de Tucumán y General del Ejército Argentino. Es la advocación a la que el general Dr. Manuel Belgrano, en 1812, ofrendó su bastón de mando después de la victoria de la batalla de Tucumán, una de las más importantes victorias de las guerras de la Independencia argentina por lo que su fecha se celebra cada 24 de septiembre.